
Las islas Bahamas son, sin duda alguna, uno de los sitios mas bellos del planeta. Justamente entre ellas, se encuentra la isla de Andros, un lugar rodeado de misticismo y hermosura.
Allí hay una enorme diversidad biológica con una amplia gama de hábitats que podrían considerarse únicos en el mundo. La isla de Andros está bañada por el sol y sus playas son de una increíble arena blanca, lo cual no impide que este maravilloso lugar no esté impregnado de misterios y leyendas que escapan a explicaciones lógicas.
Este archipiélago formado por más de 700 pequeños islotes y cayos, interconectados por una serie de estuarios, manglares y tierras pantanosas, suman más de 3700 kilómetros cuadrados. Entre toda esta diversidad natural, la parte mas extraña de la isla son sus numerosos agujeros azules. Son cuevas escarpadas, casi perfectamente circulares bajo el agua, conocidos como “cuevas verticales”, con profundidades que van de los 100 a los 400 metros. Estos huecos se ramifican en intrincados conductos y cuevas submarinas enormes y extensas. Situado en la isla de South Andros, en las Bahamas, este extraño agujero no comparte el color azul intenso de otros que se encuentran en la región, sino que se observa de un color púrpura oscuro que le ha dado su nombre.
Los habitantes de la zona hablan de misteriosos seres que habitan allí. Por ejemplo, una criatura llamada Lusca, gigantesco animal que alcanza más de 10 metros de longitud y es una mezcla de tiburón y pulpo, responsable dicen, de la desaparición de pescadores y buzos. Los agujeros azules son comúnmente considerados un ambiente hostil para la vida debido a la mala circulación del agua que produce un agotamiento del oxígeno, sin embargo, una sorprendente diversidad de vida sobrevive en estos lugares. Se han descubierto varios tipos de cangrejos, camarones, gusanos marinos y otras formas de vida en los agujeros azules, muchas de ellas especialmente adaptadas a las terribles condiciones, además de animales grandes como tiburones y tortugas marinas.
Hace poco tiempo atrás, fue descubierto este agujero de color violeta de gran tamaño. Fue durante un sobrevuelo en helicóptero ya que es la única manera de acceder. La primera en descender a sus aguas fue la científica alemana Steffie Schwabe, quien al llegar a los 20 metros aproximadamente notó que la luz solar ya no llegaba. Cuando se analizó el agua se descubrió que vivían allí millones de bacterias diminutas que formaban una capa letal de sulfuro de hidrógeno, lo cual convierte a este agujero en un lugar peligroso, terrible y misterioso.