Esquilo y el oráculo

EsquiloQuinientos veinticinco años antes del nacimiento de Cristo, había llegado a este mundo otro niño. La historia lo conoció con el nombre de Esquilo y fue uno de los dramaturgos más importantes de Grecia.

En sus años juveniles fue soldado y luchó en las batallas de Maratón y Salamina, tal vez por eso la mayoría de sus relatos son experiencias de guerra.

Esquilo fue testigo y parte de la gran democracia de Atenas siendo autor de casi 90 piezas, muchas de las cuales fueron representadas en distintos lugares emblemáticos de su época. En los tiempos en que vivió este hombre, era común consultar el oráculo. El oráculo no era otra cosa que una respuesta que da un dios por medio de sacerdotes, o de las pitonisas griegas ante una consulta realizada. Se hacía mediante señales físicas, o de interpretaciones de todo tipo, tales como el tarot o el sacrificio de animales.

Justamente a una de estas consultas se dirigió Esquilo, cuando contaba con solo treinta años. El oráculo le vaticinó que iba a morir aplastado por una vivienda. Si bien es cierto que las casas de la época no presentaban las seguridades ni las fortaleza de las actuales, también es cierto que era prácticamente imposible que una casa se derrumbara si no fuera por una acción de guerra o de vandalismo, cosa que no estaba sucediendo al momento de la predicción. No obstante eso, y ante la costumbre de hacer caso a lo que marcaba el oráculo, Esquilo se sintió atemorizado y se fue a vivir a las afueras de la ciudad de Gela, un municipio siciliano donde estaba residiendo.

Quizás pensó que allí, casi en medio de la nada, iba a estar más seguro y podría ir contra los pronósticos del oráculo. Pero no fue así. Una tarde, mientras caminaba por la zona, muy lejos de ladrillos y paredes, lo sobrevoló un quebrantahuesos, una especie de buitre de gran tamaño. Este animal recibe su nombre por la costumbre de remontar elementos naturales a gran altura para dejarlos caer, partirlos contra las rocas y así poder comerlos y digerirlos fácilmente. Se alimenta de huesos y otros elementos de animales, y tiene un gran tamaño, superando los dos metros de envergadura.

Quiso la suerte que el quebrantahuesos cazara una tortuga a la que elevó sosteniéndola entre sus garras, para luego dejarla caer y de esa manera poder partir su caparazón. Sea por obra del destino o por una excelente puntería, lo cierto del caso es que el desenlace fue fatal.

La tortuga cayó desde muchos metros directamente sobre la cabeza de Esquilo. Obviamente el poeta perdió la vida, la tortuga perdió su casa y el oráculo acertó la predicción. Corría el año 456 antes de Cristo.

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Quebrantahuesos
Quebrantahuesos

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