El Doctor Holmes

criminal-lawyers-in-phoenixHerman Mudgett, también conocido como el Doctor Holmes, fue uno de los primeros asesinos en serie de Estados Unidos.

Pero sin dudas, su modus operandi debe ser único en el mundo. Holmes había nacido en New Hampshire en 1861, en el seno de una noble y decente familia puritana. Tenía fascinación por los cadáveres y muy joven comenzó a robarlos de la universidad con un fin doble: para estudiarlos basado en su pasión por la medicina y para estafar a las compañías de seguros, ya que previamente los aseguraba con nombres falsos.

Sin embargo su fama no trascendió por esto, sino más bien por lo que ideó para cometer sus múltiples crímenes. A los 18 años se casó con Clara Lovering, quien le costeó sus estudios en la Universidad de Michigan donde se graduó de médico, pero ni bien se recibió la abandonó y se fue a vivir con una viuda joven y adinerada, dueña de varios hostales, a las que muy poco tiempo después dejó en la ruina.

Se mudó a Chicago donde conoció otras mujeres a las que también estafó, hasta que finalmente se lanzó a poner en práctica su gran proyecto: El Hotel Castillo Holmes.  Comenzó su construcción contratando a varias empresas, a las que muy pocas veces les pagaba, dándoles indicaciones precisas de cómo edificarlo, pero por cuestiones de dinero siempre se marchaban sin terminar su trabajo. De esa manera era el propio Holmes el único que conocía el diseño a la perfección.

La planta baja del edificio estaba conformada por una serie de locales normales, pero las plantas altas tenían todo tipo de pasadizos, dobles paredes, trampas y escaleras que no llevaban a ningún lado. Por una serie de ventanillas podía vigilar a sus huéspedes, a los que controlaba hasta en sus menores movimientos mediante un panel de luces ubicado en su despacho. Con sólo abrir unos grifos ocultos, podía hacer circular gas y asfixiar a los visitantes, pero también podía utilizar máquinas de tortura de las que colgaba a las personas y las sumergía luego en tanques de ácido. Un montacargas y dos toboganes hacían descender los cadáveres para ser reducidos a polvo en un incinerador. Una verdadera casa del horror.

El Castillo-hotel contaba con puertas y paredes que aplastaban a sus víctimas, dardos envenenados y salas de tortura.  Luego de un tiempo, el hotel ya no rendía económicamente y Holmes ideó estafar a la compañía aseguradora, incendiando parte del edificio. El truco le salió mal, la compañía hizo una inspección y ante la abrumadora cantidad de pruebas terminó confesando ser el autor de 27 de las más de 200 víctimas que tenía en su historial.

Con 35 años fue condenado a muerte y el 7 de mayo de 1896 fue colgado. Para evitar que su propio cuerpo sea robado, el mismo Holmes pidió ser enterrado en un ataúd lleno de cemento, bajo una profunda tumba tapada con una pesada losa y sin identificación.

Un instituto médico ofreció 15.000 dólares para estudiar su cerebro. La oferta no fue aceptada.

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