En 1928, los taxis de Buenos aires comenzaron a sentir la falta de pasajeros, tal vez por los costos o quizás porque la gente ya tenía la posibilidad de sus propios vehículos.
En un cafetin de Carrasco y Rivadavia, entre los barrios de Floresta y Villa Luro, en la ciudad de Buenos Aires, los taxistas se reunían a pasar el mal rato cansados de tanto infortunio. Entre los cabecillas de aquellas tertulias figuraban José García Gálvez, un español naturalizado argentino y ex chofer de Jorge Newbery, quien años después correría carreras de autos junto a Juan Manuel Fangio y los hermanos Gálvez.
A este hombre y a un grupo de amigos, les surgió una idea que revolucionaría el mundo. El hecho es que un 24 de septiembre de 1928, en esa esquina comenzaron a ofrecer a los gritos un viaje hasta el barrio de Caballito por 20 centavos, que es la quinta parte de los que hubiese costado un viaje en taxi.
También ofrecían viajes a Plaza Once por 10 centavos y como el negocio prosperó lo extendieron hasta Plaza de Mayo por muy poco dinero. La cuestión es que la gente se animó y comenzó a subir a los autos, un poco más apretados que de costumbre y sin conocerse entre ellos.
Para brindar mayor comodidad, ampliaron la capacidad de los coches con sub asientos y llevaban un pasajero junto al conductor y cuatro en la parte de atrás. Cuentan que aquel día de primavera, a las 8:30 partió hacia Primera Junta el primer colectivo de la historia.
Este invento argentino emigró rapidamente a Uruguay,luego a Brasil y más tarde a toda Europa. En la actualidad no hay capital en el mundo o ciudad medianamente importante, que no posea el servicio de los colectivos que nacieron como una salida de emergencia ante la falta de clientes en una época de pocos pasajeros en la capital argentina.