Polonia es un país que presenta varias sorpresas. Por ejemplo, a decenas de metros bajo tierra, en una mina de sal, se encuentra la increíble capilla de la beata Kinga, cuyo altar data del siglo XVII.
En los laberintos de túneles que la rodean, hay otras capillas subterráneas, estatuas de santos y varias escenas religiosas muy impactantes. Lo extraño de estos objetos sagrados es la forma en que fueron realizados, ya que están todos hechos de sal. Se trata de la famosa mina Wieliczka, en las proximidades de Cracovia. Esta mina tiene muchos kilómetros de túneles excavados por generaciones de mineros que han trabajado en sus profundidades desde el siglo XI.
Las magnificas tallas en sal expresan una gran devoción religiosa y son un modo de implorar la protección necesaria para trabajar en estas cavidades y rodeados de peligros constantes.
Actualmente la mina es una atracción turistica y sirve como centro de recreo subterráneo, ya que ahora incluye cafetería, salones de baile, cancha de tenis y hasta un sanatorio donde se tratan con éxito a enfermos de asma, gracias al beneficio de un increíble microclima existente en las profundidades de la mina.
La leyenda cuenta la historia de una princesa húngara llamada Kinga, hija del rey Béla IV, y de quien destacaban su amabilidad e inteligencia, algo que según cuentan le otorgó el cariño del pueblo polaco.
Ella, como era costumbre en la época, aceptó el acuerdo ofrecido por el rey polaco Boleslao El Tímido para casarse. Como dote, solicitó una mina de sal.
Tras llegar a tierras polacas, pronto sintió una gran conexión con su nuevo pueblo y, tras un tiempo en las nuevas cortes, su esposo envió a sus hombres a localizar una mina de sal, la cual encontraron en Wieliczka y que con el tiempo sería una de las principales fuentes de riqueza durante siglos.
La gran intuición de la princesa hizo que eligiera el lugar adecuado para comenzar a cavar, y cuando estuvo en la primera galería abierta, se adentró en ella. De repente, un resplandor llamó su atención, lo que interpretó como señal de buen augurio. Y acertó, ya que la sal tuvo durante siglos un valor incluso superior al del oro, lo que repercutió de una forma más que positiva en el pueblo polaco.
Kinga llegó a Polonia desde Hungría en el siglo XIII. Su ermita mide más de 50 metros de largo y está totalmente esculpida en sal. La mina tienen una profundidad de 357 metros y se extiende a lo largo de 300 kilómetros.
Sin dudas, estas representaciones son obras de arte y muestran lo increíble que puede ser la laboriosa actividad del hombre en las profundidades de la Tierra.